sábado, 11 de marzo de 2017

EL CABALLERO CISNE

En la ciudad de Cleves, la duquesa Elsa quedó viuda. Además de la inmensa tristeza por haber perdido a su compañero, la angustia se apoderó de ella cuando un vasallo de su difunto esposo reclamó para sí el ducado.
Ese hombre llamado Telramund, arrogante y osado, pidió en matrimonio a Elsa alegando que esa era la única manera de que ella pudiera seguir ostentando el título de duquesa.
Elsa suplicó a los caballeros del ducado que la ayudaran a derrotar a Telramud. Pero éste, lejos de amedrentarse, desafió a todos a medir sus fuerzas en un combate.
Llegó el día de la prueba, y Elsa,vestida de luto y con el alma acongojada pero con porte digno, apareció en la explanada del castillo donde esperaba la multitud y los caballeros blandían sus lanzas y lucían sus brillantes armaduras.
Entonces, el malvado Telramud se presentó ante el pueblo y tomando la mano de Elsa, arengó a los soldados para que obtuvieran a la bella viuda y con ella, al ducado. Sus seguidores rompieron en aplausos, mientras que la multitud que presenciaba el espectáculo, compadeció a Elsa.
Ningún valiente se presentó para el combate cuerpo a cuerpo. Telramud, convencido de su victoria, repitió el desafío dos veces más. Elsa, desesperada, sintió que su mindo se desplomaba.
Todas las miradas estaban clavadas en la duquesa que rezaba con los ojos llenos de lágrimas. En el momento en que la cruz de oro comenzó a temblar entre sus manos, una pequeña barca apareció navegando en el río. Una extraña y hermosa barcaza arrastrada por un cisne blanco, y en ella un apuesto caballero.
Al llegar a la orilla, el caballeró bajó de la barcaza ante el asombro de los espectadores allí reunidos. En su mano blandía una poderosa espada. Con una simple señal del caballero, el cisne abandonó la orilla y continuó navegando por el río abajo hasta desaparecer.
El extranjero avanzó con paso firme hasta llegar a la asamblea. Allí presentó sus respetos a los presentes y se arrodilló frente a la duquesa. Volviéndose hacia Telramund le dijo que aceptaba el reto.
El combate comenzó, las espadas de los contrincantes lanzaban chispas cortando el aire. Telramund, furioso por la intromisión del extraño caballero.
La lucha pareció durar una eternidad, pero finalmente se impuso la destreza del extranjero que con una estocada certera le atravesó el corazón al traidor.
La explanada entera estalló en un grito de algarabía.
Lohengrin, así era el nombre del caballero cisne, le rogó a Elsa que se casara con él. Ella aceptó feliz. Y el sentimiento que había comenzado como gratitus se convirtió en un amor apasionado.
En el día de la boda, Lohengrin le pidió a Elsa que le hiciera una misteriosa promesa, una promesa que debía cumplir pasase lo que pasase. Jamás debía preguntarle su nombre ( de hecho la joven no lo sabía). A Elsa  le pareció justo, dado que su futuro marido le había otorgado la libertad.
Pasaron los años, ellos fueron muy felices y de su unión, nacieron tres hijos.
Pero un nefasto día, Elsa empezó a preguntarse por el linaje de su marido. Le entristecía que sus hijos nunca pudieran llevar el apellido de su padre.
Nada más salir la pregunta de los labios de Elsa, Lohengrin con el rostro descompuesto, abrazó tiernamente a su esposa y sin decir palabra abandonó el castillo.
Mientras Elsa lloraba sin consuelo, Lohengrin llegaba a la orilla del río. Con dolor hizo sonar un cuerno de plata y al instante, apareció la barcaza que lo había traído años atrás. El cisne blanco que lo conducía se deslizó suavemente hasta el caballero. Este subió al bote y desapreció para siempre.
Poco tiempo después, elsa murió de pena.

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