miércoles, 25 de abril de 2018

EL CÓNDOR Y LA PASTORCITA

Leyenda del Ecuador
Todas las mañanas la veía pasar al frente de su rebaño de ovejas. Bella como una delicada flor, su sonrisa lo conquistó.
Elegantemente vestido, negro el traje y negro el poncho, blanca la bufanda, medio colorado el sombrero y de cuero pelado el zamarro que cubría las piernas. Así se asomó el desconocido, hombre grande y silencioso, al filo de la acequia.
La pastorcita, que estaba preocupada esa mañana pensando en cómo iba a hacer para cruzar la acequia con el rebaño, se alivió cuando él propuso ayudarle.
Poniendo un pie a cada orilla, el hombre de negro pasó una a una las llamas, y lo mismo hizo con el perro, compañero inseparable de la pastora; por último, tomó en brazos a la joven.
Entonces, de pronto, sacudió su poncho que repentinamente se transformó en dos enormes alas. Y para sorpresa de la muchacha, no la depositó en la orilla contraria junto a las ovejas sino que la llevó por los cielos. Se elevó cada vez más alto, cruzando las nubes y remontando los vientos hasta la peña más alta de la cordillera.
El perro, desesperado en loca carrera, fue a avisar a la casa de la pastorcita lo acontecido. Los padres la buscaron sin descanso, hasta que un día lograron verla en un nido en lo alto de la peña.
El cóndor la había hecho su mujer y con celo la custodiaba. Ellos, resignados, la lloraron. Nunca podrían subir hasta allí para rescatarla.

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