Pero un día, llegaron los invasores y con ellos la crueldad. Esos seres de piel blanca les arrebataron sus tierras, sus dioses y lo más inaudito...su libertad.
Anahí fue capturada para servir como esclava. Pasó mucho tiempo llorando y en vigilia. Cierta noche uno de los soldados quiso aprovecharse de su inocencia. Ella para defenderse le clavó un puñal en el pecho y huyó.
El grito del moribundo despertó a los demás españoles, que salieron en su persecución. Una persecución que se convirtió en cacería.
La atraparon y la sentenciaron a morir en la hoguera. La ataron a un árbol y le prendieron fuego. Algo extraño sucedió, las llamas parecían no querer tocar a la doncella que sufría en silencio. Cuando el fuego comenzó a subir, Anahí se fue convirtiendo en árbol, identificán
dose con la planta en un asombroso milagro.
Ala mañana siguiente, los soldados se encontraron con un hermoso árbol de hojas verdes relucientes y flores rojas aterciopeladas que se mostraba en todo su esplendor, como símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento y la injusticia.
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