jueves, 6 de abril de 2017

LA PRINCESA GIOMAR Y EL UNICORNIO

 
Gobernaba en Navarra el rey Sancho el Magnánimo que, tras muchos años de pelear contra los moros que amenazaban las fronteras del Reino, había conseguido llevar la paz a sus tierras. Sancho, casado con Doña Aldonza, tenía dos hijas, Violante y Giomar. Las dos eran hermosas, virtuosas y discretas. La primera era morena y la segunda rubia. Todos los que las conocían las querían y las respetaban y ellas iluminaban la vejez de sus padres. Una tarde, llegó al castillo un caballero que se dirigía a tierras lejanas. Nada más verse, el caballero y Giomar se enamoraron perdidamente el uno del otro. Al día siguiente, el joven prosiguió su camino y nunca más volvió, pues murió en la guerra. Giomar entristecía cada vez que pensaba en él, aunque nada dejaba traslucir para no preocupar a los suyos, que la creían totalmente feliz. Pasaron los años y Doña Aldonza murió. 
El luto se apoderó del castillo y sobre todo, se introdujo en el corazón del rey Sancho de tal forma que parecía agonizar de dolor. Ni la atención de sus hijas, ni los cuidados de sus hombres servían para nada. Aquel hombre fuerte y corpulento se iba debilitando día a día; sólo esperaba la muerte para ir a reunirse con su querida esposa. Muchos médicos y curanderos visitaron el rey pero ninguno conocía el remedio para curar su enfermedad. Un día llegó al palacio un ermitaño que pidió ver al enfermo. Después de observarlo con atención dijo: -Don Sancho sanará. Sólo necesita beber un brebaje que yo prepararé. La esperanza asomó a los rostros de todos los presentes; el ermitaño continuó: -Ahora bien, para que la medicina sea eficaz, deberá de tomar el brebaje en un vaso hecho con cuerno de Unicornio. Todos se miraron consternados. ¡No había ningún vaso de cuerno de Unicornio en el lugar! Las princesas estaban desilusionadas y apenadas.
El ermitaño, al ver el desconcierto que sus palabras habían causado, volvió a hablar. -¡No está del todo perdido! En el bosque de Betelu vive un Unicornio, tiene forma de caballo y un cuerno en la frente. Es un animal peligroso y de difícil captura, sólo se rinde ante las personas que tienen un alma pura y que no haya tenido penas de amor... Todos los ojos miraron a Violante y a Giomar. La hermana mayor se ofreció prontamente. ¡Ella iría en busca del animal!Y, en efecto, Violante se internó en el bosque de Betelu. Iba decidida y con paso firme. A los pocos minutos oyó, a lo lejos, el relinche del Unicornio y fue tal el miedo que se apoderó de ella que salió corriendo y no paró de correr y de llorar hasta llegar al castillo. Don Sancho, seguía empeorando. Giomar tomó la decisión de ir en busca del animal. Eligió los mejores ballesteros del castillo y fue al bosque.
Todavía sufría penas de amor por aquel caballero que un día conoció y sabía que corría un grave peligro, por eso dio orden a los ballesteros: -Manteneos atentos. Cuando veáis que el Unicornio me ataca disparad las saetas. Giomar se adelantó y esperó al animal. Este no se hizo esperar. Al ver a la joven se acercó, y cuando ella tendió la mano para acariciarlo, le acometió furiosamente atravesándole el cuerpo con el cuerno. Los ballesteros dispararon pero ya era tarde, Giomar había muerto. Los soldados llevaron al castillo el cuerpo de la muchacha y el cuerno del Unicornio. El rey Sancho el Magnánimo sanó, pero no vivió mucho pues la muerte de su hija le partió el corazón y ya no hubo medicinas para curarlo.


viernes, 17 de marzo de 2017

MARIPOSA NEGRA

 "Lo que la oruga llama el fin del mundo, el maestro llama la mariposa".

Cuenta la leyenda que, hace mucho tiempo, en un lugar lejano y aislado, una mujer cuyo marido había muerto hacía poco parió unos mellizos.
Aquel fue un gran acontecimiento para el pueblo en cuestión, pues además de ser algo extraño en aquel lugar, se consideraba que los mellizos daban buena suerte si se llevaban bien, y mala si se llevaban mal. Los habitantes del lugar dieron gracias al cielo cuando, unos pocos años después, comprobaron que los mellizos, Anabella y Marco, se llevaban realmente bien... demasiado bien.
Quince años después del nacimiento de los mellizos, su madre los encontró en un granero, besándose apasionadamente. Entre lágrimas, la pobre mujer escuchó cómo ellos trataban de justificarse, para acabar admitiendo que se amaban desde siempre.
Su madre sabía que todos los habitantes del lugar les harían cosas horribles a sus hijos si se enteraran, por lo que calló, y no le pesó, pues adoraba a sus hijos y comprendía su amor.
Pero, poco después, alguien les delató. Nadie supo nunca quién fue, aunque muchos sospecharon de un joven llamado Peter, que estaba perdidamente enamorado de Anabella.
Nada más ser difundida, la noticia corrió como la pólvora, y pronto lo supo todo el pueblo. Todos sus habitantes fueron a buscar a los mellizos a su casa, y los ataron a postes de madera. Entonces los prendieron para que se quemaran vivos, entre las súplicas de los jóvenes y los sollozos de su madre.
Aquella misma noche, la pobre mujer, que seguía frente a los postes, llorando a sus hijos, observó llena de asombro como las cenizas de los mellizos eran elevadas por un viento salido de la nada, y de pronto, estas se convirtieron en mariposas negras, que volaron alrededor de la mujer, mientras que las voces de sus hijos le susurraban palabras de consuelo.
Desde entonces, se dice que los mellizos, encerrados en el alma de las mariposas negras y con la voz del viento, ayudan a los amantes que se profesan un amor prohibido.
La mariposa negra, que hace su aparición sólo unos pocos meses al año, es un símbolo de mala fortuna y una advertencia de malos tiempos por venir. Pero el peor error que puede cometerse respecto a ella es matarla: quien mata a una mariposa negra tiene sus semanas contadas.
Según la otra versión de la historia, la mariposa negra invita, con sus constante revoloteo en torno a la persona a cuestión, a ésta a seguirla a las profundidades del campo, en donde tiene lugar una extraña metamorfosis a través de la cual la mariposa aumenta de tamaño en materia de segundos y devora al infortunado seguidor.

sábado, 11 de marzo de 2017

EL CABALLERO CISNE

En la ciudad de Cleves, la duquesa Elsa quedó viuda. Además de la inmensa tristeza por haber perdido a su compañero, la angustia se apoderó de ella cuando un vasallo de su difunto esposo reclamó para sí el ducado.
Ese hombre llamado Telramund, arrogante y osado, pidió en matrimonio a Elsa alegando que esa era la única manera de que ella pudiera seguir ostentando el título de duquesa.
Elsa suplicó a los caballeros del ducado que la ayudaran a derrotar a Telramud. Pero éste, lejos de amedrentarse, desafió a todos a medir sus fuerzas en un combate.
Llegó el día de la prueba, y Elsa,vestida de luto y con el alma acongojada pero con porte digno, apareció en la explanada del castillo donde esperaba la multitud y los caballeros blandían sus lanzas y lucían sus brillantes armaduras.
Entonces, el malvado Telramud se presentó ante el pueblo y tomando la mano de Elsa, arengó a los soldados para que obtuvieran a la bella viuda y con ella, al ducado. Sus seguidores rompieron en aplausos, mientras que la multitud que presenciaba el espectáculo, compadeció a Elsa.
Ningún valiente se presentó para el combate cuerpo a cuerpo. Telramud, convencido de su victoria, repitió el desafío dos veces más. Elsa, desesperada, sintió que su mindo se desplomaba.
Todas las miradas estaban clavadas en la duquesa que rezaba con los ojos llenos de lágrimas. En el momento en que la cruz de oro comenzó a temblar entre sus manos, una pequeña barca apareció navegando en el río. Una extraña y hermosa barcaza arrastrada por un cisne blanco, y en ella un apuesto caballero.
Al llegar a la orilla, el caballeró bajó de la barcaza ante el asombro de los espectadores allí reunidos. En su mano blandía una poderosa espada. Con una simple señal del caballero, el cisne abandonó la orilla y continuó navegando por el río abajo hasta desaparecer.
El extranjero avanzó con paso firme hasta llegar a la asamblea. Allí presentó sus respetos a los presentes y se arrodilló frente a la duquesa. Volviéndose hacia Telramund le dijo que aceptaba el reto.
El combate comenzó, las espadas de los contrincantes lanzaban chispas cortando el aire. Telramund, furioso por la intromisión del extraño caballero.
La lucha pareció durar una eternidad, pero finalmente se impuso la destreza del extranjero que con una estocada certera le atravesó el corazón al traidor.
La explanada entera estalló en un grito de algarabía.
Lohengrin, así era el nombre del caballero cisne, le rogó a Elsa que se casara con él. Ella aceptó feliz. Y el sentimiento que había comenzado como gratitus se convirtió en un amor apasionado.
En el día de la boda, Lohengrin le pidió a Elsa que le hiciera una misteriosa promesa, una promesa que debía cumplir pasase lo que pasase. Jamás debía preguntarle su nombre ( de hecho la joven no lo sabía). A Elsa  le pareció justo, dado que su futuro marido le había otorgado la libertad.
Pasaron los años, ellos fueron muy felices y de su unión, nacieron tres hijos.
Pero un nefasto día, Elsa empezó a preguntarse por el linaje de su marido. Le entristecía que sus hijos nunca pudieran llevar el apellido de su padre.
Nada más salir la pregunta de los labios de Elsa, Lohengrin con el rostro descompuesto, abrazó tiernamente a su esposa y sin decir palabra abandonó el castillo.
Mientras Elsa lloraba sin consuelo, Lohengrin llegaba a la orilla del río. Con dolor hizo sonar un cuerno de plata y al instante, apareció la barcaza que lo había traído años atrás. El cisne blanco que lo conducía se deslizó suavemente hasta el caballero. Este subió al bote y desapreció para siempre.
Poco tiempo después, elsa murió de pena.

jueves, 9 de marzo de 2017

ANGELES ITINERANTES

Cuenta la leyenda que dos ángeles, disfrazados de peregrinos, hicieron noche en el hogar de una familia pudiente.
Sus integrantes eran de mala ralea, groseros al punto que hospedaron a los viajeros en el sótano en lugar de la habitación de huéspedes.
Cuando hicieron sus camas en el piso de piedra, el ángel más viejo vio un agujero en la pared, y lo reparó.
El ángel más joven, sorprendido, le preguntó por qué lo hizo. El otro le respondió:
"Las cosas no siempre son lo que parecen"
La noche siguiente los peregrinos se hospedaron en un hogar muy pobre, pero el matrimonio de granjeros fueron sumamenye hospitalarios.
Después de compartir una magra cena, los esposos dejaron dormir a los ángeles en la cama de ellos para que estuvieran cómodos.
Cuando el sol anunció un nuevo día, los ángeles encontraron al granjero y a su mujer acongojados. Su única vaca, de la cual obtenían dinero por su leche, yacía muerta en el campo.
El ángel joven, ofuscado, preguntó a su compañero por qué permitió que sucediera semejante desgracia.
_ El hombre primer hombre tenía todo y lo ayudaste. La segunda familia tenía poco y lo compartió todo con nosotros...¡y dejaste morir a su única vaca!
_ Las cosas no son lo que parecen _ respondió lacónicamente. Luego le explicó.
_ Cuando permanecimos en el sótano de la mansión, noté que había oro en ese agujero de la pared. Puesto que el propietario era tan avaro y poco dispuesto a compartir su buena fortuna, sellé la pared para que jamás la encuentre.
Ayer por la noche, cuando dormimos en la cama de los granjeros, la muerte vino por su esposa. Le dí la vaca en lugar de ella.
Has visto compañero, "las cosas no siempre son lo que parecen".

lunes, 27 de febrero de 2017

EL BESO DE LA LUNA

El joven Endimión solía dormir desnudo en una cueva, y en las noches cálidas lo hacía fuera de la cueva.
Desde allí podía observar el rostro puro de su amada Selene, la luna.
Ella era ajena a los sentimientos del muchacho hasta que una noche estrellada lo descubrió tendido sobre una manta en la entrada de la cueva. Admiró su espléndida desnudez quedando perdidamente enamorada de él. Permaneció a su lado haciéndole compañía sin él enterarse.
Endemión la amaba de día y Selene, por las noches.
Cierta vez, mientras Selene, embelesada, velaba su sueño, él despertó.
¡Cuán grata fue la sorpresa de hallar a su amada cerca de su corazón!. Desde ese instante la pasión no los abandonó. Cada noche era un ritual de besos y caricias que los transportaba a un mundo mágico teñido de sensualidad.
Endemión comenzó a envejecer, en cambio Selene, no. Se negaban a que la Muerte los separara. Aturdidos y preocupados recurrieron a Zeus.
El poderoso dios los ayudó hechizando a Endemión: durante su sueño no envejecería. Sólo podía despertar en el momento que Selene lo visitara. Y así, gracias a este ardid pudieron amarse durante toda la eternidad.


domingo, 9 de agosto de 2015

Una de terror...LA TIMIDA CAPERUCITA

Las sombras de la noche, como un manto de terciopelo, cubrían el bosque.
Por un sendero serpenteante, a paso lento, avanzaba una joven embozada en una capa roja.
El miedo y el frío la hacían tiritar. Aunque la solidaria luna, le indicaba la dirección correcta que debía tomar; ella, perpleja y confundida, una y mil veces tomaba la ruta errada.
Frustrada, se desplomó sobre una roca. Como de costumbre, el bosque la seducía y la amedrentaba; la excitaba y la paralizaba. El viento y su música macabra, la invitó a una danza mágica que le robó el aliento.
De pronto, un ruido apenas perceptible, la alertó. Alguien se acercaba.
_ ¿Qué haces aquí sola y a estas horas?_ un hombre corpulento la sorprendió con su inesperada aparición.
_ Simplemente me extravié_ respondió desconfiada.
_ Me dirijo a mi choza, no está lejos, si lo deseas puedes pasar la noche allí. No temas, soy el guardián de estos bosques. Te acompaño y luego continúo con mi ronda de vigilancia. Pasamos por tiempos violentos, ¿sabes?.
Con una sonrisa tímida transigió ante el amable ofrecimiento.
Al llegar, el hombre le preparó un té. Ella lo aceptó agradecida.
_ Es peligroso que una jovencita hermosa transite por estos bosques sin protección tan entrada la noche. En el pueblo cuentan sobre la existencia de una criatura feroz, un lobo quizá_ le guiñó un ojo con astucia_ nadie lo sabe...Se alimenta de las entrañas de aquellos desprevenidos, que desorientados se pierden en el bosque.
La mirada amenazante del guardebosque la perforó. Un sudor frío le recorrió el cuerpo. El corazón comenzó a latirle con una fuerza singular. Sintió un agudo dolor en sus extremidades...
_ Si tienes miedo puedo quedarme. 
Se acercó a ella con lascivia. Cuando intentó someterla, un ser aterrador saltó sobre él, clavando los filosos colmillos en su cuello. Murió desangrado.
En un rincón de la choza, apenas iluminada por el fuego de la chimenea, la dulce Caperucita, con apetencia golosa, se saboreaba los dedos impregnados de sangre de su desconcertado atacante.

miércoles, 5 de agosto de 2015

EL MENSAJE EN EL ROBLE

Tres muchachos y tres muchachas se dirigían a Florida; subieron al micro con sandwiches y gaseosas, mientras soñaban con playas doradas a medida que la niebla y el frío de Nueva York quedaban atrás. En el camino hacia el sur empezaron a notar la presencia de un hombre enjuto. Estaba sentado frente a ellos, vestido con un traje común que le sentaba mal y sin que ninguna expresión le animara su rostro cubierto de polvo. Su edad era incierta.
Era ya entrada la noche cuando el micro se detuvo frente a un restaurante al costado de la ruta, en los alrededores de Washington D.C. Todos los pasajeros bajaron, menos el hombre.
Los jóvenes comenzaron a pensar en él, tratando de imaginar quién sería: acaso se trataba de un capitán de navío retirado, de alguien que huía de su esposa o de un viejo soldado que retornaba a su hogar.
Cuando volvieron al vehículo, una de las muchachas se sentó a su lado y se presentó.
_ Vamos a la Florida_ le dijo con entusiasmo_ He oído decir que es muy hermosa.
_ Lo es_ repuso él en voz baja, como si recordara algo que había tratado de olvidar.
_ ¿Quiere un poco de vino?_ le ofreció ella.
El hombre sonrió, bebió un sorbo, dio las gracias y se recogió nuevamente en el silencio. La chica volvió con sus amigos, y el hombre comenzó a cabecear.
A la mañana siguiente la muchacha se sentó  junto al hombre otra vez, y al caba de un rato de conversación, él decidió contarle su historia. Muy serio le dijo que había pasado los últimos cuatro años en una prisión de Nueva York, y que en ese momento regresaba a su hogar.
_ ¿Es usted casado?
_ No lo sé.
_ ¿No lo sabe?
_ Verá usted...Desde la cárcel le escribí a mi esposa y le dije que iba a estar ausente mucho tiempo, que si ella no podía soportar la situación, si los niños insistían en hacerle preguntas, si sufría mucho...en fin, que podría olvidarme. Yo lo comprendería. "Consíguete un nuevo compañero", le dije, "y no pienses más en mí". Ella es una mujer admirable, realmente fuera de lo común. Añadí que no necesitaba escribirme. Y no lo hizo; no recibí una carta suya en tres años y medio.
_ ¿Y va usted a casa ahora sin saber nada de ella?
_ Sí_ repuso con tristeza_ La semana pasada, cuando estuve seguro de que me concederían lbertad condicional, le escribí una carta. Hay un gran roble a la entrada del pueblo donde vivimos. Le dije que si estaba dispuesta a recibirme otra vez, pusiera un pañuelo amarillo en el árbol; entonces yo bajaría del ómnibus e iría a casa. Si ya no me quería, no tenía que poner el pañuelo amarillo y yo seguiría mi camino.
_ ¡Ah!_ exclamó la muchacha.
Fue a contar la historia a sus compañeros y pronto todos rodearon al hombre mientras se acercaba a su pueblo. El les mostró fotos de su esposa y de sus tres hijos. Ella era bella en su sencillez, y los rostros de los niños apenas se distinguían, arrugadas y descoloridas de tanto mostrarlas.
Para entonces se hallaban a 30 km del pueblo, y los jóvenes se acomodaron junto a las ventanillas de la derecha, en espera de ver aparecer el roble.
De pronto el ambiente se puso sombrío, lleno del silencio de la ausencia y los años perdidos. El hombre dejó de observar; su rostro se endureció con la expresión del ex presidiario, como si se dispusiera a afrontar un nuevo desengaño.
Faltaban 15 km para llegar, y luego, sólo 10. De repente todos se levantaron de los asientos, exaltados. Todos, menos el hombre.
Estupefacto, vio entonces el roble. Estaba cubierto de pañuelos amarillos_ 20, 30 o quizá cientos de ellos_ que ondeaban al viento como banderas de bienvenida.
Mientras los muchachos lo felicitaban a gritos, el viejo ex presidiario se levantó del asiento y caminó hacia la puerta del ómnibus para bajar y "volver a su hogar".